¿Pero
que era esto? Decidí seguir el camino de velas, la cual llevaba a mi
habitación, por mi mente pasó de que se trataba esto, pero no podía ser, era
imposible. Llegué a la puerta de mi habitación, estaba muy nervioso pues mis
manos temblaban y no podía abrir la puerta. Respiré profundamente, apoyé mi
mano en el picaporte y la abrí. Si,
en efecto no estaba soñando, estaba en mi habitación, pero realmente no lo
parecía. Las luces estaban tan o más tenues que las del comedor y el pasillo,
pero desprendían un aire rojizo por culpa de los trapos de ese color que habían
sobre las lámparas, preparado a conciencia para que reflejaran ese color.
──
¿Mel?──Pregunté con hilo de voz, pues estaba notablemente nervioso. Pero nadie
me contestó.
Dejé
guiarme por mis sentidos y un olor muy peculiar a flores, concretamente a rosas
topó con mi nariz. No, ¡No podía ser cierto! Ella no podría haber preparado eso
para mí.
Pero efectivamente, la moqueta de mi suelo estaba completamente tapada
y cubierta por miles y miles pétalos de rosa rojos. Me acerqué a la cama para
mirar si estaba allí pero nada, ¿dónde se había metido esta mujer? Por inercia,
llevé una mano a la manta que había sobre la cama y la acaricie, iba a sentarme
en ella pero algo, o más bien, alguien me lo impidió, noté como sus manos
recorrían mi espalda cosa que me hizo estremecer de arriba abajo. Sus manos se
colocaron en mis hombros y con un ágil movimiento me dio la vuelta. Mis ojos se
abrieron tanto como mis músculos faciales me lo permitieron. Iba vestida con
una bata de raso fina que moría justo bajo su trasero, con un conjunto de ropa
interior de encaje transparente. ¡Era como mi fantasía! Pero ella no podía
haber leído ese papel, ella no sabía de la existencia en mis pensamientos de
esa situación. Yo seguía en estado de shock, mientras ella, lentamente comenzó
a besar mi cuello. Mis manos estaban estáticas a ambos lados de mi cuerpo
mientras que las de ella recorrían todo mi pecho, para después quedarse
abrazando mi cuello. Por fin una neurona se encendió en mi cabeza y abracé su
cintura para apegarla a mí, cogí su mentón para que me mirara.
──
¿Qué es esto?──Le pregunté con una sonrisa en mi cara.
──Tenía
que recompensarte.──Besó mis labios lentamente pero se separó.──Por todo, desde siempre lo único que querías era protegerme y yo lo único que hice fue huir, debía hacerlo.──Me hizo un tierno puchero y no pude no reír,
¿Cómo podía ser tan tierna pero a la vez sexy?
Resoplé
fuertemente pues me encontraba del todo recostado en la cama con ella encima
mientras, deshacía lentamente el lazo que mantenía la bata de raso corta atada
a su cuerpo. Con ambas piernas al lado de mi cadera. Instintivamente me mordí
mi labio inferior, mientras ella reía divertida, sin mirarme directamente pero
sabiendo que hacia en cada momento. No pude evitarlo y llevé mis manos al
inició de sus piernas para ir subiendo poco a poco, mientras ella se hacia de
rogar con el lazo de su prenda. Jugaba con el lazo, y se movía lentamente sobre
mi cadera al son de una música inexistente en la habitación.
Tenía
que aguantar, no debía ser impaciente, pero lo que sentía era más fuerte que
todo eso así que sin más dilación me levanté para quedar sentado con ella
sentada rodeando mi cadera con sus piernas, llevé mis manos hasta el lazo de su
bata y lo quité por completo para después lanzarla a algún lugar de la
habitación.
──La
manía de los hombres en llevar la iniciativa.──Susurró sobre mis labios para
después morder mi labio inferior, yo simplemente sonreí, cogí su cuello y besé
sus labios de forma frenética. Posé una de mis manos en la parte baja de su
espalda para apegarla mas hacia mi, eso hizo que los dos soltáramos un pequeño
suspiro. Esa misma mano empezó a trepar por su
espalda, caminando por ella con mis dedos, hasta llegar al borde de su
sujetador, delineándolo suavemente, mientras nuestros labios seguían jugando
entre ellos. Entonces me di cuenta, no tenían broche trasero. Sus manos buscaron el inicio de mi camiseta y
la subieron un poco, lo suficiente para que sus manos resiguieran cada parte de
mi abdomen. Mientras mi mano en su sujetador, llegó a la parte delantera de este,
encontrándome con la anomalía de que estos se ataban por la parte frontal. ¿Por
qué tenían que hacer de una cosa tan sencilla algo tan difícil? No me lo
explicaba, por suerte no tuve que quitarlo ya que ella se encargo de
facilitarme esa tarea. Sin duda se le había quitado la vergüenza. El sujetador
cayó hacía abajo por el efecto de la gravedad dejando al descubierto sus pechos
los cuales me tomé la libertad de mirarlos escasos segundos ya que no quería
que se incomodara, la miré y mordí su labio inferior para después empezar con
un suave masaje en ellos. Con mi lengua, recorrí cada centímetro de su boca la
cual conocía como si fuera la mía propia, ella me incitó a seguir cuando su
lengua hizo contacto con la mía y ahí fue cuando luchaba contra la suya sin
piedad alguna. Dejé de sujetar su rostro, para bajar por su hombro, y detenerme
allí un momento, apartando mi rostro de delante del suyo, para empezar a
devorar su cuello, y con la mano que se había quedado parada, bajar hasta
capturar uno de sus pechos ligeramente.
Pude sentir como un pequeño gemido por
parte de ella se escapaba de su boca a mi oído, acto seguido paré, quería
hacerla sufrir. Y ella hincó sus manos en mi espalda alertándome que no
volviera a hacer eso. Sus traviesas manos bajaron hasta el principio de mis
pantalones mientras jugaba con el cinturón que los sujetaba, ahora me haría
sufrir a mí. Empezó a sacar el cinturón de la hebilla con una lentitud propia
de un caracol a causa de eso yo mordía fuertemente mi labio inferior mientras
que hacía el intento de besar su cuello. Se apiadó de mí y quitó el cinturón
por completo para después sacar el botón de su ojal y bajar la cremallera
lentamente mientras sus nudillos rozaban mi amigo cosa que solo hacía que
deseara que llegase el momento. De un momento a otro sacó sus manos de esa
parte y se acercó a mí para besarme, o eso creí ya que justo en el momento que
nuestros labios se iban a encontrar ella se separó de mí, quedando a dos
centímetros nuevamente. Me encantaba que jugara así. Fue entonces cuando tiró
de mi camiseta a la vez que provocara que me recostara de nuevo en la cama,
sacándola del todo de encima de mi cuerpo. Necesitaba cambiar las posturas,
necesitaba tenerla abajo mío así que me dispuse a hacerlo pero ella me lo
impidió mirándome fijamente entonces entendí lo que pretendía así que obedecí y
me quedé donde estaba. Se agachó levemente para morder mi cuello, con su lengua
barría cada milímetro de éste.
Yo echaba mi cabeza para atrás y apretaba fuertemente
su espalda por culpa del placer que me estaba proporcionando. Ninguna otra
chica me hizo ni me haría sentir lo que me hace sentir ella. Simplemente sentía
como si tocara el cielo con mis dedos. Sus
manos se colaron por mi pecho recorriendo todo él y parándose en el vello que
se situaba entre mi bóxer y mi ombligo, acariciándolo suavemente, mientras su
boca seguía devorando mi cuello a cada centímetro. Lentamente fue bajando sus
besos por mi pecho, parándose en mi pectoral derecho y estarse allí unos
segundos, los suficientes para asegurar que me había dejado una marca.